Cómo elegir y cocinar sandías

Cómo elegir y cocinar sandías

Cómo elegir y cocinar sandías

Hoy no cociné porque fui al dentista y me dejó fuera de servicio, pero les voy a contar cómo elegir y cocinar sandías. Existe la idea de que comprar una sandía que esté en su punto es completamente cuestión de suerte. La buena noticia es que esto es un mito. Lo que sucede es que las reglas que aplican para elegir una son muy distintas a las de otras frutas. A continuación les cuento las características que hay que buscar en la sandía perfecta, así como la mejor forma de conservarla y hasta prepararla. Estas reglas aplican también para el melón, así que hay que tenerlas muy presentes.

Lo primero que hay que tomar en cuenta es la cáscara: suele presentar un área amarilla, y aunque parezca extraño, hay que buscar que esta sea lo más grande y oscura posible. Esta marca, llamada “mancha de suelo” se forma en la parte donde la fruta toca la tierra, y por lo tanto si es grande significa que no ha sido cortada prematuramente, lo que asegura un sabor más dulce. Dicha área rubia se acompaña de un patrón parecido a una telaraña. Se trata de la huella que ha dejado la flor de la cual salió la sandía. Hay que fijarse en que esta sea también grande en relación con la mancha amarilla.

Si nuestra sandía todavía tiene tallo, hay que buscar que este esté seco, pues uno verde indica también que fue cosechada demasiado pronto. Lo último que hay que considerar en la cáscara es que sea opaca, si es lustrosa esto indica que todavía está verde.

Cómo elegir y cocinar sandías

En el caso de estas frutas, el tamaño y la forma son importantes: no hay que elegir forzosamente la más grande ni la más pequeña, sino la más simétrica. Las protuberancias son resultado de un desarrollo desigual y el sabor de la pulpa será igualmente disparejo. Al cargarla, debe sentirse pesada, pues esto indica que está llena de jugo. Una sandía liviana en relación a su tamaño ya excedió su tiempo de madurez. Si el tamaño nos permite agitarla, un sonido de “agua” en el interior indica igualmente que la fruta está pasada.

La forma de la sandía también nos indica su sexo. Las alargadas son machos y tienen mucha agua, por lo cual son muy refrescantes; en cambio, las sandías redondeadas son hembras y su pulpa es más densa y dulce. Ambas son sabrosas y elegir entre una y otra depende de nuestras preferencias y para qué vamos a utilizarlas.

Cómo almacenar sandías

Ahora que saben cómo elegir y cocinar sandías, hay que anotar que después de comprar una, lo más acertado es guardarla en un sitio oscuro y fresco por hasta 4 días. Si no la consumimos en ese lapso es mejor tenerla en el refrigerador. Una sección grande cubierta con plástico de cocina sobrevive en refrigeración por hasta tres días, mientras que la fruta ya picada debe guardarse en un recipiente hermético y consumirse en 24 horas.

Aunque queda deliciosa sola o ligeramente asada al grill, una sandía perfecta hace una nieve sin igual, que puede consumirse sola o como parte de un coctel de verano. Si usamos la imaginación, también podemos usarla como ingrediente de una ensalada. Las cáscaras de sandía se pueden conservar en salmuera y convertirse en el ingrediente estrella de sándwiches y vinagretas.

Sandía recetas

Si les interesa cómo elegir y cocinar sandías, les comparto algunas recetas donde pueden utilizarla.

¿Es cierto que la sandía es venenosa?

Es un mito muy extendido que las sandías son venenosas cuando se consumen en grandes cantidades o se mezclan con alcohol, por ejemplo. Esta idea viene de hechos reales en que familias enteras morían envenenadas por una sandía, pero no tiene nada que ver con la composición de la fruta. Las semillas de sandía se cruzan muy fácilmente con cualquier tipo de melón o calabaza que esté plantado cerca. Por lo tanto, durante una época los productores de sandía en Estados Unidos mantenían sus variedades aisladas e incluso resguardadas por hombres armados.

Esto, claro, incitaba a la gente a robarlas, pues las hacía ver como una fruta costosa y especial. En respuesta, los agricultores solían envenenar algunas de ellas, y colocar en sus campos un letrero que leía “roba bajo tu propio riesgo”. Lamentablemente, algunos agricultores olvidaban cuáles eran las sandías envenenadas y al terminar estas en los mercados y las mesas, ocasionaban muertes tan a menudo que comenzó a creerse que la fruta era letal. Afortunadamente, en la actualidad los productores de sandía no envenenan sus productos, pueden comer sandía sin miedo, van.

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